La tribu o familia para los pueblos más antiguos, y en especial los Lakota, dónde me siento más identificada como sabéis, es el sentido de unidad, de estar… Un grupo de personas que comparten algo en común, más allá de lo sanguíneo o de habitar en un mismo territorio.
Mucho más allá, una misma forma de sentir la vida, la tribu del corazón, de la honestidad y del caminar en belleza… para crecer con fuerza, amor y comprensión del alma.
«Para educar y criar a un niño hace falta una tribu entera»
Aquí, en nuestras Tierras, tenemos un legado que me hace conectar con esa sabiduría ancestral… Los «Comunidors» o «Conjuradores», edificaciones del Pirineo abiertas a los cuatro vientos o direcciones que servían para alejar las tormentas… Antiguamente, el objetivo era no perder la cosecha, el ganado, las casas. La oración, conjuros y actividades mágicas eran las herramientas para luchar contra la intemperie. Aliados, la magia y la religión, lo pagano y religioso se mezclaban para alejar el mal tiempo. La Tribu se unía en un bien común…
¿Qué me pide el Alma? ¿Qué siente mi corazón?
Unir estos dos conceptos y abrir este espacio para la Tribu… Ahora nuestras tormentas son otras, nos acechan otras cuestiones, otras tempestades más allá de la supervivencia, nuestro ser, nuestro interior, una Comunidad en la que nos sentimos perdidos…
¿Qué quiero crear y cocrear con las almas que sientan lo mismo?
Un espacio donde hablar, compartir y crecer… donde reunirnos en un «Comunidor» abierto o cerrado, online o presencial, ayudarnos y poner conciencia a nuestro mundo y hacia dónde vamos… hacia este nuevo mundo de evolución…
Donde expresar con libertad como nos sentimos…
Poder ayudar socialmente donde se nos ocurra…
¡Y claro que sí! Donde divertirnos, donde celebrar uniones del cosmos y la naturaleza, como solsticio o rituales…
Donde pedir, orar, proyectar y unirnos para trabajar desde el corazón…
Gracias por formar parte de La Tribu
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